«Por lo tanto, queridos hijos e ilustres Caballeros, buenos samaritanos por vocación, hospitalarios por destino, caritativos por tradición colectiva y por devoción personal, ustedes, antiguos fundadores de los albergues para los peregrinos y los viajeros en peligro, dad grande y compasivo asilo en vuestras plegarias, en vuestras limosnas, en vuestra atención, a los millones de seres probados por la miseria, por el dolor, por el flagelo de la guerra.»

«Os añado un llamado paternal a robustecer siempre vuestro espíritu para que pueda responder adecuadamente a las presentes necesidades de la sociedad humana.»

«Os exhortamos a mantener ardiendo, hoy y siempre, las dos llamas: aquélla de la fe y aquélla de la caridad.»

«… hemos visto un testimonio de vuestra fidelidad y de vuestra devoción a la Iglesia.»

«Esperamos cordialmente que la Soberana Orden de Militar de Malta siga brillando, como es su tradición, en un vivo y auténtico espíritu de caridad cristiana, capaz de elevar, sanar y redimir de la indigencia a los cuerpos necesitados no menos que a las almas, a menudo incluso más necesitadas.»

«Queridos Caballeros de la Soberana Orden Militar de Malta, estáis llamados a prestar un importante servicio a los enfermos y a la sociedad, un servicio que exige abnegación y espíritu de sacrificio. En cada enfermo, cualquiera que sea, reconoced y servid a Cristo mismo; haced que en vuestros gestos y en vuestras palabras se perciban los signos de Su amor misericordioso.»

“Ruego al Señor y los animo a realizar con gozo la misión que inició el Beato Gerardo y que continuaron con su testimonio tantos santos y beatos de la Orden de hacer avanzar la gloria de Dios mediante la santificación de sus miembros, el servicio a la fe y al Santo Padre y la ayuda al prójimo. Que la Bienaventurada Virgen María, Madre de Dios, del Monte Filermo, el precursor y profeta San Juan Bautista y el Beato Gerardo les acompañen en su camino.”